miércoles, 23 de noviembre de 2011

Las otras formas del Universo.

San Salvador 19 de noviembre de 2011.

Las otras formas del Universo.

El Universo tiene formas indefinidas; como bien demuestra la ciencia moderna, es casi un caos, al contrario de aquel “orden” que veían los clásicos de las épocas pasadas. Sin embargo en ese caos y a nivel personal, a veces encontramos formas definidas las cuales no vemos, no percibimos hasta que sucede algo; es como una especie de iluminación, que nos revela misterios que parecen creados solamente para nosotros y sucede a muchos niveles, en ellos descubrimos órdenes que se dan, casi aleatoriamente, a nivel absolutamente personal.

Con las personas acontece que estamos años al lado de alguien y aunque conversamos, intercambiamos ideas, nos enamoramos y hasta llegamos a amarlas, no logramos ver y menos comprender el verdadero mapa de sus sentimientos y emociones, de sus anhelos y deseos, nuestra conciencia de esas personas es tan superficial que en realidad no los conocemos.

Esos son los orígenes de las tragedias humanas personales y sociales. Esa ceguera mental, esa visión desestructurada de nuestra realidad, que proviene de creer que el Universo es orden, lo cual nos impide percibir, que hay que buscar la esencia misma de las cosas en las estructuras artificialmente ordenadas de nuestra mente humana y eso requiere un esfuerzo que a veces somos incapaces de realizar y surge la tragedia de ignorar el increíble placer de los sentimientos compartidos, de los destinos que, equilibrados, nos conducen a la armonía real de la vida, a ser pueblos felices y ordenados.

Creo que el mundo sería más humano, más hermanado si todos buscáramos con decidido afán la comprensión clara de aquellos que nos rodean; ahí está, la esencia de cada existencia, ahí está la razón de ser de la sociedad toda, esa comprensión de nuestro prójimo, que pertenece a nuestro Universo; de forma que su fallo, en ocasiones, es un fallo de relaciones con el mundo que le rodea y entonces tenemos al descarriado, al marginado, al rechazado, por la incomprensión de sus más sentidas necesidades por alguien en particular o por la sociedad

Esas relaciones disfuncionales, crean caos a nivel personal y luego a nivel social, una persona incapaz de amar, por ejemplo, es una persona que busca ad infinitum sin encontrarla jamás, la felicidad; se agria su vida e incordia la de todos aquellos que le rodean. Bondad es la base del amor, porque la bondad nos relaciona con el bien, bondad es una entrega natural hacia el bien, mediante la cual logramos una profunda comprensión de las personas, sus necesidades, sus anhelos y es entonces cuando al comprenderlos de forma profunda, los acercamos a nosotros y les permitimos que se acerquen a los demás, en fin, logramos la cohesión social armoniosa que es lo que hace grandes y felices a los pueblos, elimina el mal, el crimen, potencia la solidaridad y el bien social.

La salvaje, increíble violencia que abate nuestro país, el desajuste moral, la disgregación social no es sino el producto de largos de años de incomprensión que comienza en lo personal y se ratifica en lo institucional. La fórmula para resolver esto es clara: Bondad. ¿Cuándo empezamos?

LSR

domingo, 20 de noviembre de 2011

Viajaremos hasta el final.

San Salvador, 20 de noviembre de 2011.

Viajaremos hasta el final.

Siempre buscamos en la vida. A Dios, que ha sido mi búsqueda perpetua, la felicidad, el amor, este último, a veces lo encontramos, a veces nos encuentra, otras es una iluminación que como un Pentecostés particular desciende en nuestras vidas y aniquila nuestra voluntad, nuestra razón, teje sobre nosotros una red densa y ajustada de la que es casi imposible escapar. Y es imposible porque las más de las veces, no deseamos hacerlo. La perfección que buscamos en las relaciones afectivas jamás se produce y paradójicamente, los grandes amores no surgen de la armonía con nuestros deseos y anhelos, sino todo lo contrario, de ciertos contrastes que ejercen una atracción a la que es imposible renunciar.

¿Recuerdas?...no te encontré un día como cuentan las viejas historias de amor, sino que me encontraste, yo estaba al inicio de mi viaje al centro de mi alma, a Ítaca, el poema que nunca leímos juntos y que ha guiado mi vida, pero en él estabas ya escrita y presentida con frases, sí querida tú eres el puerto que antes ignoraba y al que un día arribé gozoso, descendías por un río, que aunque distinto, discurría paralelo al mío, tú venías de océanos de plata, rodeados por un dragón de agua, venías de campos de azúcar y mieles de panela. Yo bajaba inconsciente de tu llegada, del Universo de verdes montañas en donde el café sangraba y enriquecía esta tierra que tanto he amado y que tanto me ha dado.

Quizás algún día, en un meandro en donde nuestros ríos discurrían cercanos y alegres, te vi sentada en la borda de tu barco, pero eras una niña endeble, delgada como flor de caña, vestida de blanco con una cinta ancha de seda azul alrededor de tu fino talle, eras una niña y no te di importancia. La vida es así.

No podía imaginar, era imposible que lo hiciera, que años más tarde en la confluencia de los ríos de nuestra vida nos encontráramos, tú esbelta siempre, tu talle firme, tus senos pequeños, tu cabello rojo, ¿o así te he imaginado siempre?, en un momento en que, buscando la perfección, al verte, no pude imaginarte coincidiendo con mi idea de ella, sorprendido tuve que admitir que las imperfecciones que vi en ti, me bastaban para ser feliz y me acompañaras en el viaje que ignoraba que sería tan largo. Tú, en un alucine que te cegó la mente, creo que divisaste que todos mis defectos no eran suficientes para dejarme de amar. Cómo te agradezco por ello.

Quizás la distancia de la espiral del tiempo en que viajamos, las circunstancias de la vida, nuestra falta de valor, me obligaron a dejarte, porque el perfecto amor de nuestra imperfecta relación, no era suficiente para ti y quizás para mi. No quisiste que viviera para ti, no quisiste vivir para mi. Ahora estoy de nuevo viajando a tu lado, viajamos de nuevo hacia Ítaca, pero debo decirte que ahora eres como un sueño que amo muchísimo, pero del que he olvidado muchos detalles.

Pero sé que sin ti, jamás hubiera emprendido mi viaje, me has concedido una amorosa compañía, una hermosa vida. Gracias. Ahora sé que significa Ítaca. No me he engañado y creo que tu tampoco. Viajaremos juntos hasta el final.

LSR.

sábado, 12 de noviembre de 2011

Estás en mis sueños.

San Salvador 12 de noviembre de 2011.

Estás en mis sueños.

Nos dijimos durísimas palabras, aborrecibles frases que no pensamos de verdad, pero aun así en nuestro “sueño” seguimos juntos, la mente es a veces así querida, falaz, inconsistente, nos traiciona de forma que, en ocasiones, casi vuelve imposible los retornos, las reconciliaciones, pues esas palabras dichas sin pensarlas hieren profundamente, laceran el alma, dejan cicatrices en lo más recóndito de nuestras mentes. Afortunadamente no fue ese nuestro caso, pero a pesar de nuestra reconciliación, ahí están los oscuros laberintos que dejaron las indeseadas palabras de nuestra historia de amor.

La mente y la vida son así. Porque a pesar del amor, el sufrimiento que nos infligimos al ofender a los que amamos, pero sobre todo a los que nos aman, esa inconciencia de la cólera contenida, del desesperado esfuerzo de expulsar nuestro infierno interior, nos hace expresar, gritar con salvaje furia, frases que hacen y nos hacen sufrir, rompen la geometría de las relaciones profundas y nos sumergen después en el caos de la desesperación.

Tengo que decir en descargo de esos exabruptos, que he llegado a pensar que quizás sean inevitables, son execrables formas catárticas de nuestro comportamiento, mas a pesar de lo cruel y dolorosas que son, en su rara eclosión, terminan con las furias internas y nos reconcilian con la dulce realidad de la disculpa infinitamente sentida, del perdón purificado por la vergüenza, y entonces se entiende que en esas ocasiones se aplica aquello de que mejor lo intenso que lo extenso, un infierno de instantes, contra un cielo prolongado…si hay real perdón.

Y aquí estamos, ya sabía, sabíamos, aunque nos costaba admitirlo, que en nuestro camino a Itaca encontraríamos furias externas e internas, pero también lugares de placidez asombrosa y es en ese pendular de las circunstancias de la vida, donde encontramos el auténtico sabor de la misma, los instantes de felicidad.

Vives en mi mente de una forma continua, en mis sueños, estás siempre a mi lado; es una extraña forma de transliteración de la realidad que, en ocasiones, no me permite saber si estoy en la vida que transcurre o en tu vida que amo con desenfrenada ansiedad. Nos dijimos tantas cosas sin pensar, que no pudimos crear nuestro sueño dentro de nuestra propia vida y así, aunque en un indefinido mundo onírico, seamos lo que siempre quisimos ser, en la realidad, viajamos por caminos opuestos. No es que nos dejáramos de amar, no, pero aquellas palabras abrieron, a pesar del perdón, una brecha tan extensa, que el puente de ideas que necesitábamos era tan extenso y tan delicado, que ni tú ni yo, pudimos tejer la telaraña de reflexiones que se necesitaban para unir el Universo de nuestro sueño, con el Universo de nuestra realidad.

Ahora nos amamos en dos dimensiones separadas, pero es un amor que crece día a día, tanto, que pienso que en un futuro cercano se producirá una intersección, desaparecerá el abismo y estaremos de nuevo juntos, no sé si en nuestro sueño o en nuestra realidad, lo más probable es que sea en un sueño, porque no se puede vivir dudando de la vida...y nosotros dudamos.

LSR

lunes, 7 de noviembre de 2011

El único misterio.

San Salvador 7 de noviembre de 2011.

El único misterio.

Creo que he entendido todo sobre nuestras vidas. Todo sucedió y quizás en ello estriba su insondable belleza, por la fuerza de las cosas, por las fuerzas que rigen el destino de los amantes que jamás llegan a recalar en ningún puerto, sino que solamente viajan. Porque al final llegué, ¿llegamos? a comprender que era ineluctable que viajáramos juntos, aunque sabiendo con dolor que nunca llegaríamos al puerto que soñamos. Ese puerto colorido de palmeras y sol, ríos cristalinos, un puerto parecido al Edén del Sagrado Profeta, en donde tú y yo encontraríamos nuestra vida y la de nuestros hijos, el puerto de los sueños realizados, de los anhelos cumplidos, pero...no pudo ser.

Quizás eso explique el único misterio que nunca supe resolver en mi vida, y sabes que siempre pienso, reflexiono, analizo, para intentar comprender cada fenómeno de mi vida, cada circunstancia y lo he logrado a veces con resultados desalentadores, porque al visualizar la sinuosa singladura del navegar por mi vida, veo los múltiples caminos que no recorrí, muchos de ellos en tu compañía, sobre las ramificaciones infinitas de las ramas de nuestros destinos, escritos en las hojas del árbol del tiempo inmensurable.

Si querida, es el único misterio de mi vida que jamás he podido explicarme. Imagino, intuyo las respuestas, o quizás la única respuesta: dejé mis apegos a la vera de nuestro camino. Que se la debo quizás a Buda o quizás algún profeta de esos que se olvidaron en el desierto de la vida sin límites, donde se nos olvida a todos los que transitamos por este mundo inmenso, violento y tierno, áspero y suave, como somos las criaturas que deambulamos por sus caminos.

Podría decirte que te amo porque siempre te he amado, pero no es cierto, tú lo sabes. Es más, no debería amarte, me lo prohíben leyes que yo he inventado, leyes que maneja mi corazón, otras mi mente y por ello en ocasiones son contradictorias. Según esas leyes, una de esas leyes, no debería estar contigo. Pero estoy y no solamente estoy sino que ello me hace profundamente feliz.

Si querida, la vida es una paradoja continua, que es lo que le da sensación de aventura y como te he dicho en ocasiones, si la vida no es una aventura, no vale la pena vivirla. Una aventura intelectual, física, de amor, una extrema aventura que pone tu vida en el límite. Si la vida es así, vale la pena vivirla. La nuestra es un aventura que ya dura años, nos da aire, vida, misterio, tan necesario para la aventura y sobre todo, amor. Aun así, no logro explicarme ese único misterio que nunca he resuelto, por qué a pesar de todo lo que nos sucedió, ¿por qué nunca me olvidé de ti?.

No lo sé mi amor, pero a estas alturas de la vida debo confesarte que ya no me interesa saber por que nunca me olvidé de ti. Estás a mi lado. Eso es lo que realmente importa.

LSR.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Las fintas de la vida.

San Salvador, 30 de octubre de 2011.

Las fintas de la vida.

Pasé años pensando que no la amaba, mientras ella se desvivía por capturar mi atención, por mostrarme los suaves campos de su alma enamorada, mientras yo, indiferente, tomaba su dedicación, su entrega inocente, como un homenaje absolutamente natural hacia mi persona con el espíritu cegado por la vanidad.

Fue tanto el daño que mi desamor le causó, que por esas leyes no escritas de la vida, después de muchos años, no le quedó más remedio que seguirme amando o quizás más bien, volverme a amar. Y yo, ante su gesto magnífico, retorné a ella apresurado, sabiendo que el amor que le negué, era una oscura muralla de inseguridad, pero sobretodo de orgullo magnificado.

Es otro tipo de amor el que surgió, después cuando asombrado, supe que siempre la había amado, pero no me había dado cuenta, prendido de mi egoísmo y de mi vanidad sin límites. Ahora, de nuevo a su lado, he comprendido que fue tanto el daño que yo también me hice, que en alguna medida he perdido la capacidad de volver a enamorarme y no me queda más remedio, emocionado y agradecido de la vida, que retribuirle aquel amor que con los años he sabido entender, rescatar, alimentar amorosamente retribuyendo justamente aquel inmenso cariño que ella me dispensó durante tanto años.

Debo admitir que este amor otoñal, es como una nueva vida que me impulsa a existir intensamente, para tratar de resarcir los años perdidos que ahora reverdecen el ocaso luminoso de mi vida. Ella era tan joven que ahora sin serlo más, aún sigue para mí siendo una niña. Han pasado los años y es claro que mi vida sin ella hubiera sido un frío invierno. Hoy enfrentado a los restos de mi existencia, intento salvar los viejos recuerdos, creando nuevos universos en los que somos en el pasado y el presente, presintiendo que el genio que controla el futuro podrá ceder a mis tardíos lamentos, y quizás así, se atreva a regalarnos un espacio dilatado, en donde podamos recuperar los días de amor perdidos y así tener la súbita y sentida certeza de amarnos mañana como ahora, en el tiempo repetido, expandido de su singular regalo.

Hemos hecho un pacto de amor. Que es, creo, el pacto de todos los enamorados. Un pacto que conjura los eternos desengaños, sobre todo de los amores otoñales, cuya vida está marcada por la brevedad ignorada del tiempo concedido. Nos hemos prometido amor hasta la muerte, el más fácil pacto que jamás haya pactado. Es tan corto o tan dilatado que puede ser como se dice eterno, si como he dicho siempre que la eternidad empieza y termina conmigo.

Es un pacto que inspira nuestras vidas y nos hace sonreír, sabiendo que ambos cumpliremos con el reto de amarnos hasta el final, que puede ser en cualquier instante, pero que por lo mismo ilumina todos los instantes. Y entonces sí será cierto aquella frase luminosa del poeta: “no puedo amar después de haberte amado”. Porque en la muerte se terminan todos los amores y perduran todos los recuerdos.

LSR