viernes, 6 de abril de 2012

Mi única constante.

San Salvador, 6 de abril de 2012.

Mi única constante.

A Sonia.

Tantos años querida, tantos días y tantos meses; qué torrentes de agua han transcurrido por el río de nuestras vidas; tantas cosas de dolor y placer, de tristezas y alegrías, amigos y amigas que permanecen y otros que pasan y desaparecen; pero el agua del tiempo, implacable, corre siempre sin descanso bajo nuestros pies atados a esta tierra amada y los dos, siempre juntos.

Nuestros hijos, la mejor obra sin duda alguna de nuestra larga, hermosa relación de amor; fueron creciendo en su niñez despacio y después en la adolescencia con una aceleración que nos hace envejecer con prisa de pánico; todo pasa mi vida, todo menos nuestro amor, tú, mi vida, eres la única constante de mi camino a Ítaca, que perseveras a pesar de mis faltas, mis omisiones, en acompañarme amorosa, dedicada hasta el sacrificio, en las buenas y en las malas por este camino lleno sorpresas felices y no tanto.

¡Qué hermosa nuestra vida juntos!, al lado de nuestros hijos amados, en un placentero camino en el que sólo yo he fallado en ocasiones, pero tu comprensión, tu cariño infatigable, indestructible, ha sido una constante imperecedera, que me ha atado a ti con los lazos del verdadero amor.

Otras ocasiones difíciles: mis enfermedades, mi carácter rígido e inflexible, que la vida, a golpes a veces, ha modulado hasta alcanzar cierta armonía interna que me ha convertido, no en un hombre solícito, creo que jamás llegaré a serlo, aunque déjame decirte que lo intento cada día y tú eres testigo de ello, pero quizás en alguien más atento a tu alma, un hombre hasta cierto punto frágil, necesitado de tu amor y tu cariño, que por la fuerza de la costumbre, de largos años de mi ausencia -de tu alma por supuesto, no de tu corazón- a veces me niegas, pensando que soy el frío, distante, y ausente de un pasado que ya no recuerdo, ni quiero.

Tu eres mi única constante, el cauce por el que fluyo hacia el final; mi bautizo de cada día, el barco en el que seguro navego por el mar de mi vida, sabiendo que estás y estarás por siempre a mi lado, algo que sólo en ti es cierto, sólo en ti seguro, sólo en ti constante, obstinada como el mar que se purifica incesante en su eterno oleaje, en su música profunda, como me purifico día a día en tu suave amor, en el a veces, oscuro amor de tu carácter explosivo, que enfrento con mis bromas y logra salir airoso del enfrentamiento. Pero…esa eres tu, ese soy yo, ni soy ni eres perfecta, pero hemos vivido una vida maravillosa, gracias por ello y por tantas otras cosas que aun debo darte, ofrendar en el altar de nuestro Amor, porque aunque el mío es muy extraño, puedo asegurarte, desde el lugar más transparente de mi alma, que es amor del mejor que un hombre pueda dar y practicar y que… también es constante.

LSR

lunes, 2 de abril de 2012

David poeta III

David poeta.
Tercera parte y final.
A David Escobar Galindo.
Ganador del Premio Mundial de poesía mística.

David inventa silencios con su poesía, el silencio de la palabra que no se pronuncia, que se lee en nuestra conciencia, en la intimidad y se desliza furtiva, suave, dulcemente a los valles del alma y se expande en una explosión silenciosa, que abre de par en par nuestra percepción y a través de ella, nos permite ver en su interior, no al hombre de carne y hueso que desconozco o al menos ignoro mucho de él, sino a su alma desnuda, sus fortalezas y carencias, sus debilidades y anhelos, la esencia de su vida misma, su pureza de hombre de honor y poesía, su íntimo descaro. Siempre lo he dicho, los poetas son unos sinvergüenzas, en el más puro y noble sentido del término.

“…y Dios y yo nos hacíamos bromas como viejos amigos,
felices por haber encontrado por fin una tierra descalza donde vivir de veras”

Camina por la vida perforando montañas de oscuridad, deshaciendo entuertos espirituales, criba los ríos de la vida buscando piedras preciosas, explora el alma de la tierra y el cielo, buscando sentimientos, pasiones, quizás el Santo Grial, quién lo sabe y con dulces versos, afiladas expresiones, el mágico y preciso sentido de la existencia, de la existencia esa que flota sobre la prosaica impaciencia del mundo.

“La memoria es un álbum de silencios fallidos.
Pero en alguna página del álbum revolotea sigilosamente una palabra.”…
…”esa palabra es la Palabra.
la Palabra de Dios.”

Escobar Galindo inventa en cada poesía singulares anatomías espirituales, universos iluminados con constelaciones hechas no de estrellas o galaxias sino de sentimientos, angustias, pasiones, misticismos inverosímiles, ternuras que lavan los pecados del alma y redimen a los desesperados. Busca en las arenas del océano de la vida caracolas y estrellas de mar luminosas para iluminar el oro de la perfección, y así, encontrar el exacto sentimiento, la precisa inflexión verbal que coincida con el deseado pensamiento, la exacta idea que refleja, con estructurada geometría, los fulgores de los cristales de su interior poético de su amor final y verdadero.


“ Voy a confesarme con la neblina
para comulgar con el rocío.
Así, purificado,
ya puedo pensar en contraer nupcias con la luz que reside en tus ojos,
compañera que Dios me destinó,
para que convivamos en el eterno plenilunio.”

He querido cantar a su canto; debo confesar desde la prudente distancia del conocimiento que poseo, que los poetas son impresentables, David el hombre está en todas partes, quizás sea el que escribe en los periódicos, no sé, quizás sea todo lo contrario; simplemente a través de la obra conozco al poeta, pero ese, no existe en este espacio de la normal realidad, existe en el reino de las musas, creo que de su única musa hoy en día, y en ese reino, paradójicamente, es de todos, es nuestro poeta.

LSR.

David poeta II

David poeta.
Segunda parte.
A David Escobar Galindo.
Ganador del Premio Mundial de poesía mística.


David es un alma que nos deja perplejos. Las verdades recónditas, reservadas, de su lenguaje poético nos conducen hasta el borde mismo de la realidad o de la divinidad, nos llevan hasta el límite mismo del espacio intelectual en donde termina lo terrenal y nos adentramos en el
místico espacio de los secretos estelares y celestiales, pero luego, en un acto de magia insuperable, con un verso, una mágica frase, nos trae de nuevo a esta realidad concreta de nombres y pasiones precisas, de sentimientos compartidos, nos trae de nuevo al reino del amor terreno con todas sus celestiales implicaciones y con un estupor gozoso pero indescriptible, nos sentimos de nuevo cómodos en el mundo de los sentidos que comprenden el significado de ser, en sus formas más concretas.

“Entre las sábanas, despiertos, oímos los movimientos de las estaciones.”

Vive y poetiza el instante tremendo de la agonía del amor más puro y curiosamente se queda mudo ante Dios. El dolor, la impotencia, nos desorientan, nos ocultan los límites de la vida y nos sumergen en la mística dinámica del no saber que hacer, del no saber que oír, del no saber que pedir.

“Me tiene Dios a prueba.
El hilo de mi luz depende de unos ojos en la helada penumbra….
Mi madre duerme. Yo velo ese descanso del que no tengo antecedentes.
Y por primera vez ignoro si mañana será otro día.
Él, en la prueba que me ha puesto, está más sólo y más desvalido que yo.”

Sube hasta Dios y luego no lo encuentra o lo cree tan débil como él, su fe se tambalea, pero se muestra sublime. Pero, insisto, vuelve a la imperturbable realidad, si así no fuera, caeríamos, a causa de sus versos, por el borde de la razón, en el vacío intelectual y nos perderíamos en el infinito mundo de sus lucubraciones poéticas y quien sabe si podríamos salir de ellas. Pero es un guía bondadoso, paciente y nos conduce por el camino del misticismo con plena seguridad de lo que hace.

“Me quedo solo con mi eternidad.
Me quedo solo con mis cinco minutos.
…Me quedo solo.
Y Dios dentro de mi, es el custodio inexperto de esta soledad. “

Recupera David la fe, no absolutamente, pero empieza ver la luz. Se convierte entonces en mago de magias hermosas, constructor, arquitecto de versos y palabras, de sombras y luces, malabarista de ideas que se transforman en rosas y aromas, en mirtos y azucenas, de luces pirotécnicas que recuerdan aquellas que pintaba Mario Araujo Rajo. David es uno más de los pintores de este país, pinta con su verbo colorido, apasionado a veces, sereno y sosegado en otras, exacto y preciso con su bisturí de métricas que cortan con alta precisión las oscuridades que cubren la luz de las palabras, para mostrárnoslas orgulloso, casi olímpico, desde su memoria lejana, perdida en sus recuerdos, mirando hacia el futuro como hacían mis amados griegos.

“Que dulce es de repente
Sentir que Dios florece a nuestro lado.
De pie junto al vitral
Acomodado en una silla,
Despierto entre los lirios de la noche que vuela.”

Versos perfumados, llenos de esa luz mágica de los vitrales de las catedrales góticas, y con ello, nos sumerge en el espacio místico y sublime de la divinidad hecha luz, hecha perfume, que nos envuelve en su manto de nubes y luces en el sueño en que Dios nos sueña.