miércoles, 3 de abril de 2013

San Salvador 28 de marzo de 2013.

Reflexiones sobre gobierno y política.

El teorema de la imposibilidad de Arrow, aplicado a la política, demuestra matemáticamente que "no existe y en principio no puede existir ninguna forma de gobierno perfecto". Dicho esto, se comprende, al menos matemáticamente también, lo que ha pasado, pasa y seguirá pasando en el mundo.

La búsqueda insaciable de la perfección, en todas las áreas, es una de las más encomiables, pero al mismo tiempo fracasadas tareas de la humanidad, de hecho, es imposible la perfección. Sin embargo, miles personas de buena voluntad, a través de los siglos, aun conociendo las dificultades y los peligros de ciertas búsquedas, han luchado y luchan por alcanzar la inalcanzable perfección del arte de gobernar. Lo cual ciertamente es una difícil tarea, pero debería ser norte de todo gobernante, sino una búsqueda de la perfección, al menos intentar encontrar los caminos que conducen a lograr lo mejor para la patria y sus ciudadanos . Por ello mismo, se exige o debería exigirse, una preparación extraordinaria, un acendrado humanismo, una sólida moral, un alto sentido de la justicia y posiblemente mucha bondad y piedad...posiblemente. Hablo de un régimen democrático, en el más estricto sentido del término.

En nuestro medio, específicamente, no parece ser la norma, los políticos surgen o de la nada o de los más inverosímiles lugares sin una preparación humanista fundamental y necesaria, cultural, técnica y política que garantice al menos, que intentará buscar no la perfección, sino lo mejor para el pueblo, que garantice una visión integral de la sociedad y no de una clase determinada y que posee conocimientos y habilidades para llevar a cabo dicha tarea. Esa carencia obvia, se traduce en la aberrante distorsión de la "política para los políticos y sus partidos", con el consiguiente olvido de lo que es el alma de la política: servir al pueblo.

Ha existido, por supuesto, hombres que sin ninguna educación pero con gran sabiduría, guiaron sus pueblos por el camino correcto, pero creo, es mi percepción personal, que estos son otros tiempos. Un mundo globalizado, altamente tecnificado, complejo en su estructura económica y con las redes sociales creando día a día la democracia directa, la alta preparación y actualidad de conocimientos de los gobernantes es un imperativo. Las virtudes morales para mantener a salvo la dignidad humana en estos tiempos cambiantes y demandantes son asimismo ineludibles. Pero, ¿existen estos individuos?, al menos entre nosotros, me temo que no, mas como se dice, alguno se les acerca o al menos lo intenta.

Es ahí donde el fino oído, el ojo avisor de la sociedad debe de estar atento, para descubrir las reales intenciones, el espíritu real de los que se proponen como gobernantes, la verdad, la sinceridad que hay en sus palabras, no en sus promesas, ni en lo que piensan hacer, ni lo que van a mejorar, sino, qué ha sido de su vida, quienes son sus compañeros, qué han hecho por sus familias, por su ciudad, por su país, si han sido fieles a sus ideas, si han sido íntegros y congruentes con ellas; porque así como gobernar es un arte de armonía ciudadana, la política es el arte de las apariencias, pero las apariencias no son más que eso: apariencias.

Así de sencillo, así de complejo. Pero una cosa es clara, el buen gobierno no es patrimonio de la derecha ni de la izquierda. El buen gobierno es una virtud basada en la honradez y !vaya que hacen falta ciudadanos realmente virtuosos¡ Capaces de comprender y actuar sabiendo que el que gobierna es un servidor, alguien que trabaja para todos, no sólo para los que lo eligieron y menos para su partido, sino para todos, porque todos somos el pueblo. Sí, es mucho pedir, pero es lo que debemos exigir y elegir.

LSR