martes, 18 de febrero de 2014

San Salvador, 16 de febrero de 2014.


Mi grano de arena.

Muchas, muchísimas personas creen que hablando mal del pasado reciente, atribuyéndole toda la responsabilidad a Arena, de ese pasado oscuro, lleno de tragedias y pobreza, que con eso se justifica y se convalidan las miserias de este gobierno, su prepotencia, sus contradicciones, su falta de transparencia, su mala administración y corrupción. Nada puede justificar una administración demagógica, ofensiva, que ha hipotecado el futuro de nuestra nación por quien sabe cuántas generaciones. Sobre todo cuando se desconoce que todo ello, fundamentalmente, es consecuencia de la guerra fratricida de doce años, pues los jóvenes entre 25 y 35 años ignoran que el frente destruyó la economía de este país.

La manipulación cambia con los tiempos, pero sigue siendo manipulación, de los más pobres, de los más necesitados, porque a pesar de lo que se diga, éste sigue siendo un país de pobres, de desposeídos que sobreviven el día a día. Antes se regalaba tamales, café, hoy se les da zapatos y camisas, cosas miserables si se piensa en como viven los líderes políticos de la izquierda, los otros también, pero lo de la izquierda es más vergonzoso, porque ellos son el pueblo, según su decir: lujosas mansiones en lugares exclusivos, autos de gran lujo, guardaespaldas, trajes de marca y se enorgullecen de los zapatos y las camisas que regalan, por favor, insultan la inteligencia de los niños; la leche es invento viejo, más viejo que los diputados. Los jóvenes no saben lo que es un país sin crímenes a diario y en cantidades que espantan, no conocen lo que es viajar en paz por todo el país, caminar por las calles de su propia ciudad sin temor, ¡eso hay que darles! A eso queremos volver, allá queremos regresar los que peinamos canas. No a estos treinta años cuyo desorden es producto de una guerra fratricida, realizada, según la izquierda para traer justicia, paz y prosperidad a El Salvador. Los cinco años del señor Saca y los cinco del señor Funes, que ahora sabemos claramente son la misma cosa, no han contribuido a que aquel sueño, ahora convertido en pesadilla, se realice. Hoy este día aparece en uno de los periódicos matutinos, que en la noche del sábado al domingo se cometieron al menos, veinticuatro asesinatos. Esto es monstruoso, yo me pregunto, ¿es este El Salvador que nos merecemos después de esa guerra impuesta por la izquierda? De esa guerra que acabó con la paz, con la familia salvadoreña, que provocó la diáspora, que fracturó económica y socialmente nuestra patria.

Este desgraciado pasado de treinta y cinco años, producto de una guerra inhumana e hipócrita, porque la izquierda sencillamente lo quería era tener dinero, bastante dinero y vaya que lo ha conseguido, traicionando a los que murieron, los que dejaron su juventud, esperanzas y fuerzas en el conflicto y que viven de angustias, completamente en el olvido de sus líderes. No, no es ese período de nuestra historia lo que queremos recuperar, lo que todos ansiamos recuperar es aquella patria pacífica que los jóvenes actuales nunca han conocido, aquella que sólo los viejos recordamos con cariño, pero la queremos más justa y más digna, porque hemos avanzado en la democracia, somos más conscientes de nuestras debilidades y de las pocas fortalezas con las que contamos hoy en día, eso me lleva a pensar con optimismo que podemos llegar ser un gran pequeño país. Pero se necesita volver a la honradez de antaño; la corrupción actual es cien, mil veces mayor que la de aquellos tiempos, injusticias siempre ha habido, pero hemos madurado y estamos listos para elegir a gobernantes a quienes les vamos a exigir, a manifestarnos si es necesario, para que sean justos y probos, pero eso no lo podremos hacer con un gobierno totalitario, la muestra la tenemos en el sur, en Venezuela, el faro de nuestros políticos de izquierda, en donde el manifestarse, se criminaliza, se castiga con la represión, la cárcel y la muerte.