martes, 4 de agosto de 2015

San Salvador, 3 de agosto de 2015.

Lo profano y lo sagrado.
(Y sus perversiones)

La distancia o diferencia entre lo sagrado y lo profano es una zona, no una línea o frontera definida, confusa y oscura, en la que es difícil discernir dónde o qué es lo sagrado y dónde o qué, es lo profano. La sacralidad de las cosas depende, procede de la experiencia histórica o de la tradición religiosa de las personas o sociedades que lideran las ideas espirituales de los pueblos. Es decir es un invento humano, que se atribuye, sin pruebas, a la revelación, ya sea a través de escritos considerados sagrados, la Biblia, el Corán, los Vedas etc., o de la palabra de los profetas. Lo sagrado, por otro lado, no necesariamente debe poseer connotaciones religiosas, la patria y su honor, su soberanía, son supuestamente sagradas. Las banderas y los himnos nacionales que resguardan una experiencia, una parte de nuestra historia, poseen un valor sagrado, en razón de lo que representan para una sociedad determinada. Muchas veces orgullos desmedidos o glorias pasadas, ya ausentes en el espíritu de las gentes.

Lo profano en cambio es, según su etimología, lo que está frente, delante del templo, o sea no está en la zona sagrada, y esto puede variar de cultura en cultura, dependiendo de lo que cada uno tenga como sagrado y se encuentre en sus templos o en su historia. Lo profano por tanto, es lo que no es sagrado.

En los tiempos actuales, como siempre ha sido, pero hoy de manera más irracional ayudado por los medios de comunicación masivos, Internet y las redes sociales, lo profano y lo sagrado se mezclan en una inextricable urdimbre de ideas confusas e iletradas, procedentes de gentes sin ninguna educación o manipuladores profesionales sociales y políticos del tema pues como bien dice Umberto Eco, "Las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que primero hablaban sólo en el bar después de un vaso de vino -un par cervezas diríamos nosotros- sin dañar a la comunidad. Ellos eran silenciados rápidamente y ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel. Es la invasión de los necios", terrible realmente. Y no solo terrible sino que pavorosamente cierto, sobre todo cuando se ve cómo se expresan, es que apenas saben escribir y con horrores de ortografía, que denotan una falta total de educación formal. Aunque se me incluya en el grupo de los necios, a estas alturas de la vida ya nada me importa, debo aclarar, no en defensa, sino como comentario, que a veces hablo no por sabio, sino por viejo, vamos, que algo nos enseña la vida.

La manipulación de lo sagrado es hoy en día un tema político, ¿por qué?, porque el populismo mezcla lo social, lo profano, con lo sagrado y vemos a los gobiernos de esa tendencia llenos de una vertiente sagrada que impacta por su cinismo, devoción a Dios o a Cristo inusitada, recordemos al finado Chávez besando crucifijos, no sé si por devoción o miedo a la muerte, o en nuestro país el beato Romero presidiendo el salón de actos de casa presidencial. Aún los mismos pandilleros en un vídeo hecho público hace unos días, hablaban del santísimo beato Romero y es que hoy en día los santos, sirven a Dios y al demonio, democracia celestial quizás.

Lo sagrado se vive especialmente en las sociedades pueblerinas. Dice Mircea Elíade, en su genial libro Lo sagrado y lo profano, que nada tiene que ver con este artículo, “El hombre de las sociedades arcaicas tiene tendencia a vivir lo más posible en lo sagrado o en la intimidad de los objetos consagrados”. Lo vemos con claridad en nuestros pueblos. En su devoción, casi fanática, de sus fiestas a los santos patrones y vírgenes protectoras, devociones en que la política ha cosechado seguidores, manipulando a su antojo en esa religiosidad inocente de la manera más perversa. Dios proteja a mi pueblo de esos depredadores políticos.




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