martes, 29 de enero de 2013

San Salvador, 27 de enero de 2013.

El camino.

“En cada uno de los hombres buenos habita un Dios (quien sea ese Dios es cosa incierta)”. Séneca.

El camino que mis años han esculpido en el tiempo de mi destino, ya es lo suficientemente largo para que pueda ver hacia atrás y sentirme asombrado del trecho recorrido. Cuántos cambios, cuántos éxitos y fracasos, cuántas tormentas y cuánta paz. Han dibujado un sendero que me enorgullece. He trabajado desde muy joven, tuve buenos hombros en los que apoyarme: mi padre y mi madre, a quienes no ceso de agradecer todo lo que me dieron. Mi padre cuya visión iba más allá de las fronteras de este herido país, mi madre que me consintió como toda madre hace con sus hijos, amor genuino, incondicional, infinito y eterno.

Este 2013, si Dios lo permite, cumpliré 70 años. Hay vidas más largas y más cortas, pero es una buena edad. El horizonte de mi comprensión de la vida es tan amplio que no alcanzo a vislumbrar sus límites, aunque estoy muy seguro que existen. Siempre he dicho que todas las épocas de la vida tienen su encanto. ¡Vaya si es cierto! Pero para que eso sea cierto es preciso evolucionar. De jóvenes nos paseamos airosos por el gran árbol de la vida. Vamos de rama en rama, de flor en flor, pero atados al árbol; es una buena época, no me cabe ninguna duda, pero ni es el propósito de nuestra vida, ni nuestro destino final. Trabajamos duro, logramos objetivos para subsistir, para enriquecernos materialmente, arriesgamos y ganamos, a veces, perdemos, pero tampoco es eso lo que buscamos en la vida.

Yo tuve la dicha de enamorarme de Dios, de su concepto, desde muy joven, y lo busqué por todas partes, fui un buscador de Dios; ya he dado testimonio en otras ocasiones que fue una búsqueda vana, porque siempre estuvo y está dentro de mí, tuve que viajar por lejanas tierras, entre hombres y mujeres diversas, para alcanzar al final de nuevo mi tierra y mi alma. Tuve la suerte, a temprana edad, de leer aquellas estrofas mágicas de Ítaca de Cavafis:

“Cuando emprendas tu viaje a Ítaca
pide que el camino sea largo.
Lleno de aventuras, lleno de experiencias”…
Que termina de esta genial manera:
“Y si la encuentras pobre, Ítaca no te ha engañado.
Y siendo ya tan viejo, con tanta experiencia,
sin duda sabrás ya que significan las Ítacas.”

Porque como dice el poeta, lo importante es el camino, no el final. Y mi camino ha estado lleno de Paraísos, de Infiernos; de excelsas alegrías y negros desencantos, pero todos han sido peldaños para llegar a este lugar en donde me siento tan pleno, tan satisfecho, tan auténtico. Me ha costado una vida larga. Pero ha valido la pena; de ir de rama en rama, he construido con mis penas y alegrías un capullo donde moré unos años y salí convertido en mariposa, que no camina, sino que vuela, ahora, de árbol en árbol y me elevo hasta Dios cuando quiero y desciendo a este mundo cuando deseo. Soy altivo, sí, lo sé. Pero también honrado, digno, sereno, amigo muy sincero y comparto con mi familia todo mi amor. Amo a mis semejantes, mucho a mis amigos y la bondad guía mis pasos, me encanta ayudar. No es fácil, no ha sido fácil. He caído y me he levantado en innumerables ocasiones. Ese es el valor de una vida. De una vida de setenta años.

No soy hombre de religiones, pero la amistad de Dios, les puedo asegurar, es la mejor, si no la única verdadera. Dios, el Único, el que es, el innombrable, el que no tiene forma, que no se le puede ni debe representar y sobre todo, con El que no se puede, no se debe, hacer negocio.

LSR

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