miércoles, 2 de octubre de 2013

San Salvador, 28 de septiembre de 2013.

La creación de nuestro universo.

Hombre, conócete a ti mismo y conocerás el Universo y sus dioses.
Anónimo.

Parece que mis recuerdos no son tan fieles como parecen y que, al menos en mi caso personal, que he borrado años de ellos y son absolutamente irrecuperables, distorsionan la imagen general de mi vida. No sé si ello sea bueno, pero ha contribuido a formar un mundo de ideas y sensaciones, imágenes y complejas escenas que ignoro si son reales o me lo he inventado, pero ciertamente no debe ser fiel. Siendo como soy, fabulador por naturaleza, empiezo a dudar de mi sinceridad intelectual. De algo estoy seguro, en la madurez alcanzamos nuestro máximo sentido de ignorancia, porque entonces conocemos a fondo la inmensa área de desconocimiento de nuestras competencias, y lo pequeño de nuestro saber. Y allí es donde empieza, debería empezar, lo interesante, porque comenzamos a crear nuestro propio universo; en la vida vamos creando un universo, mal que bien, pero en la madurez intelectual de la vida, si la alcanzamos, creamos el verdadero Universo de nuestras vidas. Eso sucede cuando empezamos a suplir esas zonas de oscuridad con ideas propias, que surgen de nuestra experiencia, de nuestras vivencias y de nuestras personales elucubraciones, después de tamizarlas con nuestras maduras y más sinceras e imparciales reflexiones. Esto no es fácil, porque no es fácil ser imparciales, por diversas razones que no vienen al caso.

Hay algo imprescindible para esa creación: paz interior. Si no hay paz interior, no hay respuestas válidas a nuestras interrogantes. Pero...¿para qué puede servirnos la construcción de ese Universo personal? Sólo en nuestra creación somos lo que somos, de otra manera vivimos en mundos ajenos, mundos creados por otros pensadores, por otros dominadores u otros manipuladores, mundos políticos, religiosos, sociales que nos desvían de nuestra propia esencia. Puede ser que nuestro universo, como es muy posible, tenga defectos, inexactitudes, incluso conceptos falsos, pero son nuestra creación, no producto de otras mentes que pueden ser más poderosas que las nuestras, pero no son nuestras ideas.

Esta es una de las "delikatessen" de la madurez. Saborear nuestras propias conclusiones, disfrutar de nuestra potencia intelectual, de nuestra diversidad o lo que es lo mismo, de nuestra singularidad, de que podemos ser felices, tener paz y gozar de la vida en nuestro propio y personal entorno de ideas, quizás pueda parecer egoísta pero la felicidad y muchas cosas relacionadas con ella forman parte de nuestro interior, de nuestra intimidad, que compartimos con quien queremos, con quien amamos y eso es la esencia de la vida, la salsa espesa de la misma, uno de los más grandes tesoros de nuestra existencia. Descubrir que somos capaces de crear un Universo hecho a nuestra medida, a la medida de nuestros anhelos y ambiciones, materiales, espirituales e intelectuales, al fin que como decían los inmortales griegos, los dioses nos dieron inteligencia para que con ella descubramos los misterios del Universo, y añado, sobre todo el nuestro.

Y creo que hay que hacerlo por sanidad mental. Basta echar una mirada sobre este mundo, los infinitos conflictos políticos, sociales, religiosos, económicos, el caos total. Los antihéroes actuales, personas de toda índole revolcándose en el mundo del absurdo, las drogas, la sexualidad desenfrenada, la perversión que los lleva a la locura y la muerte temprana. No puede ser eso símbolo de modernidad ni de nada. Si reflexionamos sobre ello, llegamos a dudar de la vida y si algo no nos podemos permitir jamás es dudar de ella.

No puedo siquiera pensar en la perfección total, con mis imperfecciones me basto, pero la busco siempre. No creo que exista un Universo perfecto, ni creo que sea deseable, dada la humana naturaleza. Al igual que para que percibamos la belleza de la naturaleza necesitamos de la sombra y la luz, la perfección sólo la podemos concebir en presencia de su ausencia.
LSR.








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