sábado, 14 de junio de 2014

San Salvador, 8 de junio de 2014.
La espiritualidad.

Toda versión de Dios es autobiográfica
Emil Cioran

Cuando te libras de la creencia en otras vidas, encuentras la paz. Descubres que la vida es disfrutable, que eres libre, sientes que vives sin cortapisas, ni temores absurdos de infiernos o cielos inventados por las religiones, el premio o el castigo deja de ser tu norma de conducta y entonces te vuelves completamente humano en el más excelso sentido del término. Vives para ser humano, amando a los demás porque son como tú, seres de una misma especie que viven en un mundo que debería ser disfrutado por todos y deberíamos de luchar por ello; cuando los demás son felices también nosotros compartimos su felicidad, pero no podemos serlo con tanta pobreza a nuestro alrededor, que en buena medida es productora, potenciadora de la violencia que abate a nuestra sociedad y tantas otras pobres sociedades del mundo.

La vida real, a pesar de lo que se diga y escriba, es esta que tenemos entre manos, y además es única, no hay otra, todas las demás después de la muerte o en otros absurdos universos, derivadas de mitologías modernas o antiguas, son pura especulación, sin ninguna base ni demostración; se puede pensar lo que quiera, pero pensando racionalmente, no hay argumentos para demostrar cualquier otra vida, cualquier Paraíso o Infierno. Espejismos, manipulaciones religiosas, tendientes al dominio y estafa de las personas, buscan el poder espiritual que luego los lleva al poder económico y como hemos visto a través de la historia y últimamente en los países subdesarrollados y sin cultura, al poder político, el peor y más corrupto de todos los poderes. Conoce, bucea, investiga racional y diligentemente en la historia de las religiones para saber el verdadero sentido y propósito de ellas, el inmenso dolor que causan y han causado, el poder terrenal,- ¿para qué?- que han acumulado. Si no, mira a tu alrededor, no es difícil darse cuenta lo que persiguen los líderes espirituales de nuestros días y de todas las épocas. Se debaten entre lujos y fastos mientras los fieles viven en las penurias más crueles y todavía tienen que dar diezmos y primicias a la iglesia de Dios; ¿crees que Dios, infinitamente justo, amoroso, desea eso que se llama explotación? Todo ello basado en el indemostrable mito que ellos son sus representantes. ¡Patrañas!

La espiritualidad no es exclusividad de las religiones ni de creer en Dios. Se puede ser muy espiritual, satisfactoriamente espiritual, sin religión. Dios puede existir o no, para mi, existe; no el Dios convencional, plagado de imperfecciones, no; uno que puede, si Él lo desea, prolongarme o acortarme la vida, ayudarme o no en este mundo, pero no tiene ninguna obligación de hacerlo y ninguna necesidad de darme otra vida y menos para ese concepto absurdo que se llama eternidad o el de la reencarnación, que aunque la veo más justa, no se sostiene por ningún lado, sobre todo si no te das cuenta que has reencarnado, si no te das cuenta que has existido antes, qué caso tiene entonces. Sólo los tibetanos y algunos occidentales que no entienden a cabalidad el mito y que además lo han mezclado falsamente con la física moderna, especialmente la cuántica, creen en esa lucubración exótica, absurda, imposible. Premios y castigos son debilidades humanas, difícilmente compatibles con un Dios infinitamente amoroso. Haz el bien enfocado a quienes te rodean, tu familia, tu pueblo, por este mundo, hazlo por que deseas hacerlo, porque te sale del corazón ayudar a los demás, no porque quieres un premio o evitar un castigo u otra vida maravillosa después de tu muerte. Eso es egoísmo puro, negocio divino, más bien engaño divino, pero no sinceridad espiritual.

Esta especial, genuina espiritualidad es una decisión libre y estrictamente personal, como deberían ser todas las decisiones de la vida en el plano espiritual, sin amenazas de infiernos o castigos eternos, sino por convicción de que haces, en libertad, lo mejor para ti, para todos.

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