jueves, 8 de diciembre de 2011

A mis amigos.

San Salvador, 8 de diciembre de 2011.

A mis amigos.

En primer lugar, ¡gracias por su amistad! La amistad es como un árbol que cuanto más crece más nos cobija. Gracias por ayudarme y por darme, en ocasiones, el privilegio de ayudarlos. A estas alturas de la vida, las buenas amistades son más y más necesarias, siempre he dicho que cada época de la vida tiene su encanto. La riqueza espiritual que nos dan los años y los amigos, la armonía vital que encontramos en ellos, es un encanto y un regalo invaluable de nuestra existencia.

Por todo eso, en esta época tan hermosa, en donde con tanta facilidad afloran los buenos sentimientos, cuando el amor surge como una floración colorida, que enriquece nuestros sentimientos y propicia la bondad en los corazones, permítanme desearles una vida feliz, llena de anhelos y de logros, que las dificultades, que siempre existirán, les sean leves y superables. Desearles salud, bendiciones de Dios y que el éxito, la armonía familiar, fraternal y filial llene sus corazones, pero sobre todo, que sigan siendo mis amigos.

Ustedes son, junto con mi familia, a quien incluyo en estos buenos deseos para vosotros, la alegría de mi vida, mis compañeros de ese viaje a ítaca que me ha dado tanto. Gracias por compartir, hasta ahora, este hermoso trayecto de mi vida conmigo, por estar a mi lado en los momentos de luz y de oscuridad.

Creo que con justa y agradecida razón puedo decirles: LOS AMO.

Sonia y Luis, Carolina, Rodrigo y Diego.

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