sábado, 14 de enero de 2012

!Ay!, querida.

San Salvador, 14 de enero de 2012.

¡Ay!, querida

¡Ay! querida, recorro con mis pies desnudos que sienten el dolor, tu piel ensangrentada, llena de llagas y maloliente; encuentro tus penas, veo tus manos sucias, tu cara manchada de sudores y tierra de donde surge el trabajo esforzado de tu cuerpo descoyuntado. Herida en tus brazos y en tus piernas, veo en la lejanía de tu cabeza y en el pantano de tus pies, las huellas del desorden y de la violencia.

Apenas alcanzo a vislumbrar el cabello ahumado de tus nubes, percibo afligido los golpes en tu vientre, las ausencias de tu torso herrumbroso, con tajos que señalan dolorosas mutilaciones, donde antes albergaste queridos espacios de tu mente cercenada, donde guardaste recuerdos y creabas una idea clara de tu aspecto y de tu identidad perdida; uno a uno fueron desapareciendo pedazos de tu piel asfaltada, de tus barrios añosos, donde, presos de pánico, quisieron ocultarse jirones de nuestra historia, pero fue imposible, porque los terremotos, los voraces comerciantes, los incendios, los políticos y curas sin visión te hirieron y te hieren día a día de muerte, saquean tus recuerdos y borran, insultantes, impávidos e impunes, páginas y páginas de tu desesperada historia.

¡Ay!, ciudad querida, me duele contemplarte en tu agónico abandono, en tu enferma suciedad y el acusado desorden de tus más nobles partes, en el centro mismo de tu corazón en donde en aras del trabajo y la pobreza, te sometieron a una prostitución forzada de tus funciones. Hasta hace medio siglo permaneciste virgen, acompañando el florido despertar de tu cuerpo a la modernidad, sin ser violada ni mancillada. Ahora, querida mía, yaces vencida, como puta callejera, casi aniquilada entre el furor demoníaco del tráfago comercial, especulativo, demencial de un pueblo que parece no amarte.

¡Ay!, vieja, amada ciudad atormentada. Tus viejos parques y sus hermosos árboles, tus aceras por donde caminé alguna vez a lado de mi padre y de mi madre, ¿qué se hicieron ciudad querida?, ¿dónde están aquellos nobles edificios que se perdieron por la desidia, la insensatez, la negligencia apocalíptica que aún domina el pensamiento de los que te dirigen? ¿Dónde los monumentos que hablaban de un pueblo culto y respetuoso de sus héroes e historia? Porque déjame decirte, no naciste ni hace treinta, ni hace veinte años, desde entonces eres una ciudad vencida, sólo eso.

¡Ay! ciudad mía, no era necesario que te mutilaran, ni es necesario que te condenen a ser cada día menos posible. No puede ser que sigamos por este horrible camino. Tus barrios nuevos, periféricos, te contemplan con asombro y miedo, ignorando que eres la madre de todos ellos, que allí, en el centro, reside su razón de ser, ahí descansa el pasado sosteniendo la historia, que sin él, nada hubiera sido posible, nada seríamos y francamente… nada seremos.

Te lloro querida, te lloro y te canto. Yo, ya no puedo ayudarte más que con mi pluma y educando las nuevas generaciones. Te canto para que otros te conozcan y conozcan tu dolor y tu miseria. ¡Dios te salve ciudad mía!, mi capital, mi San Salvador, ciudad de todos, corazón de nuestra tierra acribillada y ensangrentada.

LSR

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