miércoles, 4 de enero de 2012

Ya no hay vuelta atrás.

San Salvador 4 de diciembre de 2012.


Ya no hay vuelta atrás.

Si, últimamente he repasado mi vida contigo. Desde los viejos tiempos cuando ambos éramos aún jóvenes, cuando yo no lo era tanto, pero tú, querida, estabas en esa edad dorada, cuando todo se desea, todo se espera y casi todo se consigue. Un día, hace muchos días, años atrás en realidad, me di cuenta que hay cosas en la vida que no tienen retorno ni fin. Que ese amor mío era tan extenso y tan profundo que posiblemente abarcaba hasta la eternidad, esa eternidad de la que tanto te he hablado y que termina con mi muerte y que ahora empiezo a pensar que podría terminar con la tuya, pero eso carece de toda lógica.

Qué sorpresa saber que hay algo que pueda durar toda la vida, sobre todo en estos tiempos en donde las cosas alcanzan su obsolescencia tan súbitamente. ¿Será querida que existe el amor eterno?, esa supuesta utopía cantada durante siglos por los poetas, que generalmente morían jóvenes y por tanto su eternidad era de una reducida extensión. Pero hoy en este tráfago inmenso de la posmodernidad, en este siglo XXI de prodigios y de trágicas contradicciones, hablar de amor eterno parece una ingenuidad. Sin embargo estoy empezando a creer que la sabiduría de los años es realmente cierta y que de pronto te muestra un Universo más real, más cierto, mejor estructurado, en nuestro interior, claro, que aunque afuera sea el caos y la desesperación, en ese de que te hablo transcurre una vida calma, serena, llena de perspectivas, diría que infinitas, que te permiten llegar realmente a ese Paraíso, que entonces empiezas a pensar que puede quedar sobre este mundo y que no hay necesidad de morir para llegar a él.

Abres los ojos y empiezas a ver la vida pasada como un jardín olvidado, en donde las rosas se marchitan porque has dejado de regarlas, los sentimientos se agostan porque has dejado de sentir, entiendes entonces que la vida es rica o pobre en emociones y complejidad según la confianza que tienes en ti mismo, porque solo así es absolutamente disfrutable, pero no debes dejar tu alma morir, porque entonces con la muerte sólo alcanzas la muerte y nada más, en la vejez sólo percibes agotado tu frustración y contemplas con perplejidad la increíble brevedad de la vida.

A tu lado he espantado los fantasmas de esta fragilidad existencial, me parecen siglos nuestro tiempo transcurrido juntos, como si hubiese vivido muchas vidas contigo y creo que así ha sido, vidas de éxtasis, vidas de incomprensión, de fugas a lugares lejanos de nuestras almas, guerras furtivas en las que nuestros orgullos lucharon hasta que agotados, encontramos que esta absurda pasión solo separa, lacera el corazón y la vida de forma insensata; pero también, querida, hemos vivido vidas felices, plenas, extraordinarias.

Dejado entonces el orgullo de lado, nos damos cuenta de la brillantez del mundo, de las infinitas melodías que nos rodean y del amor y la bondad; solo ellos, mi amor, nos conducen al camino de la salvación, de la salvación de nuestro mundo particular, de nuestra felicidad, de nuestra eternidad, entonces sabes que no hay vuelta atrás, que no necesitas dar vuelta atrás.

LSR

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