miércoles, 13 de marzo de 2013

San Salvador, 12 de marzo de 2013.

Homenaje a John Keats.
A Sonia.

Hay cosas absurdas, por ejemplo, a los veinticinco años era una ridícula idea, aquella de que no me iba a enamorar jamás de nuevo. Después con los años descubrí que amar es importante, pero más, estar enamorado. Descubrí también que era más difícil. Quizás eso es lo que Keats quiso decir cuando escribió ese poema maravilloso " Brillante estrella, si fuera tan constante". Pienso, y puede ser que esté equivocado, es lo más probable, que es un poema al enamoramiento, no al amor, hay una sutil diferencia, tan fina y transparente que confunde, pero los años nos ayudan a distinguir con mejor certeza las infinitesimales aristas de la existencia, la compleja geometría de las relaciones amorosas. El milagro es que un poeta como Keats lo sepa a los veintitantos años, murió a los veinticinco, eso es cosa de genios y no se puede explicar. Pero para los normales seres que poblamos este mundo, entender el profundo significado de estar enamorado es un complejo ejercicio intelectual.

Amar, es inercial, estar enamorado es absolutamente dinámico, creativo y perpetuo, lo inercial se agota, lo dinámico y creativo se reconstruye, se modifica, se airea continuamente y mantiene la suave levedad de una relación amorosa, crea nuevas estructuras de entendimiento, afianza la relación en sus más profundas raíces. Keats lo piensa así, "despierto por siempre en un dulce insosiego", despierto, atento, primera condición; insosiego, movimiento continuo, segunda condición. Esa es la clave, no podemos estacionarnos en ninguna época, ni vivir de recuerdos, hay que volver cada día de la vida irrepetible, inventarse cada día, estar en un insosiego que crea circunstancias nuevas, en donde como las flores, nuestro amor se expande, se enriquece y se adapta a los cambiantes ritmos de nuestra existencia.

De ahí proviene el equilibrio: la vida y la evolución del amor propiciada por el enamoramiento. Y allí está también la desorientación; como sucede en la vida, el amor es intangible, no se basa en lo que acumulamos materialmente, sino en lo que nos expandimos espiritualmente, hay que estar conscientes que cada época de la vida tiene su encanto, para descubrirlo por supuesto, hay que abrir los ojos del alma. Que estas cosas ya no funcionan, bueno, hay que ver lo que sucede en el mundo para darse fácilmente cuenta que lo actual funciona menos, mucho menos.

Una condición es indispensable para este equilibrio, sintonía. No es impulso masculino ni femenino, es una fuerza compartida, un destello que ciega a dos personas, que ayuda a perpetuar la belleza del inicio, del primer encuentro. El mismo Keats lo expresa magistralmente en el primer verso de su Endimión, "Una cosa bella es un goce eterno" y no hablo de la belleza física de Endimión que fue incorruptible, pero perdida en un sueño, me refiero a la belleza invisible, pero sentida, viva y despierta, interna y profunda de aquel universo gemelo del nuestro que viaja con nosotros, entre luces y oscuridades, hacia un mismo destino, un destino compartido, deseado, querido, que con los años se convierte en fortaleza y alivio mutuo y que en un proceso de alquimia singular se convierte en uno solo y somos entonces una sola alma, un solo corazón. Estoy seguro que ese es el reino prometido, el regreso al Paraíso perdido.

Ese es el lugar al que Keats cantó en esa maravillosa estrofa, "No muere la poesía de la tierra jamás". El lugar donde moran los enamorados, en donde ni los años cuentan, ni la muerte separa.

Estar enamorado es construir el amor cada día, y eso es encontrar el lado sublime de la vida. El verdadero sentido de la vida. Keats lo encontró en el principio y fin de su efímera existencia. Es nuestro perpetuo anhelo, mi anhelo constante.

LSR

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