lunes, 20 de diciembre de 2010

Ítaca

Ítaca.

Homenaje a Konstantinos Kavafis.
(1863-1933)

Ítaca es, o debería ser, el destino de todos, el lugar utópico hacia donde viajamos en la larga o corta singladura de nuestra vida, el destino que no es destino porque no está en el final sino más allá de él; entonces no realizamos que llegamos, simplemente morimos; no es destino en realidad, es disolución, cambio de Universo, de estado, pero amigos, a veces he llegado a pensar, de hecho así pienso ahora, que Ítaca, debe quedar en este mundo.

¿Qué es Ítaca?, ¿la pequeña isla donde vivía Ulises?, ¿o es la isla donde vivía Penélope, aquella que siempre nos espera, la mujer que teje y desteje, esperándonos, huyendo de todo y de todos, esperando que un día nuestras velas se arríen frente a su puerto? ¿o quizás el hogar donde arribamos cada día después de navegar por el mar incomprensible y proceloso de la vida?, y entonces seríamos nosotros los que cada día llegamos y nos alejamos en nuestra particular Odisea, de Ítaca, la deseada, la anhelada; tejemos la vida afuera y la destejemos en la intimidad, la desarmamos como se desarma la vida en nuestros sueños, en los campos nebulosos del Universo desestructurado donde suceden las más insólitas aventuras de nuestra vida, fuera de la lógica y del ordenado devenir del tiempo, que segundo a segundo nos adentra en lo desconocido.

Cuando era niño, veía el futuro como una meta inalcanzable, pensaba que iba a morir antes de lograrlo, porque el futuro no es lo que queda en el límite del tiempo, sino en el límite de nuestra vida, que son dos cosas diferentes, y entonces pensaba que mi futuro estaba poblado de cosas asombrosas, buenas y malas, pero admirables. Que mi Ítaca, -entonces no sabía qué era, ni conocía su significado-, era un destino maravilloso en el que me disolvía o me deslizaba en medio de gozos y alegrías hacia una eternidad que no concebía de forma apropiada en mi mente, sabía que Dios es eterno, pero que yo fuera a vivir con Él para siempre, me pareció, a mis cortos años, a todas luces descabellado, ilógico e insanamente pretencioso.

Cuando cumplí quince o catorce años, tengo una memoria del tiempo totalmente nebulosa, encontré mi primera compañía en el viaje, fue flor de un día, aunque haya durado años y luego, a los veinte o veinticinco, o en ese lapso, me encontré providencialmente con Kavafis, y entonces comprendí y supe que debía de empezar de nuevo. Así de simple, así de iluminado. Quemé mis naves, sólo sobrevivieron mis libros, mis pinturas, la música y mi fe indestructible en Dios. Fue suficiente para emprender, solo, mi viaje. Me embarqué armado de mis amores  desde entonces viajo a…

Ítaca

“Cuando emprendas tu viaje a Ítaca
debes rogar que el viaje sea largo,
lleno de peripecias, lleno de experiencias.”


Sí, empecé a pensar que la vida es larga, deseaba que fuera larga, estaba en los veinte y un océano de ideas bullía en mi mente, quería ser todo lo que se puede ser, arquitecto, poeta, pianista e incluso llegué a pensar que podía ser médico, mi padre me acompañó en la idea y yo me zambullí en los misterios de la vida, pero la cercanía de la muerte, el dolor, la enfermedad no era mi mundo, yo ya amaba la belleza, la música, el arte, la creación artística y huí, esa es la expresión correcta, del mundo de la muerte y del dolor, de alguna forma era ya un esteta.

Sabía que me iba a encontrar con el sufrimiento en la vida, pero no quería estar siempre a su lado. Pero el conocimiento de lo cercano de la muerte, de lo obstinado del dolor en nuestras vidas, empezó a moldear en mi espíritu un carácter estoico, ni el dolor ni la muerte me fueron extraños nunca, no los llegué a amar, pero los admití con humildad y con cierto grado de aceptación, como parte integral de mi destino, esas experiencias del cuerpo y del alma que siempre giran a nuestro alrededor, fueron creando poco a poco, mi Universo particular, desligado ya, tardíamente de la infancia, y entré en la madurez con cierto sentido de la prevención. Descubriendo con los ojos verdaderamente abiertos, el Nuevo Mundo, el mundo de la vida en plenitud, libre de las amarras de la superstición, libre de los prejuicios sociales, pero sobre todo, libre del miedo, siempre honrado, violento a veces, pero firme en mis creencias y en mis convicciones

“No has de temer  ni a los lestrigones ni a los cíclopes,
ni la cólera del airado Poseidón.
Nunca tales monstruos hallarás en tu ruta
Si tu pensamiento es elevado, si una exquisita
Emoción penetra en tu alma y en tu cuerpo.” 

Encontré en el arte, una especie de suavizador de mi vida, un mágico encantamiento personal, que me liberó de los monstruos de la desesperación; en el pensamiento exquisito de los grandes maestros afiné el mío;  en la belleza de sus obras visualicé paraísos perdidos, vislumbré lo grande que podría ser mi alma y la facilidad con que podría descubrir la luminosa presencia de Dios; los fenómenos de la vida sensibilizaron mi conciencia,  empecé por primera vez, a amar al prójimo. Ingresé confiado a las altas cimas de la sublimidad, llegué a la comprensión que la belleza puede salvar el mundo, la belleza de los pensamientos, de las acciones que sólo se obtiene en la perfección del ajuste de nuestro actos a la armonía del Universo.

Comprendí ya entonces que unificar nuestro espíritu con la música de las esferas, es la mejor manera de comprender nuestro planeta, amarlo y protegerlo, comprobé que el pensamiento es una fuerza grandiosa que nos hace elevarnos por sobre los demás, siempre cuando nuestras miras estén orientadas a lo más alto de la civilidad. Amé e intenté amar, no siempre lo logré, pero cuando amé lo hice con la intensidad que sólo los hombres de verdad, los hombres de Dios, sabemos hacerlo. Ítaca me ha renovado y la vida siempre empieza para mi cada día, porque todos los días inicio mi viaje por ella.

“Los lestrigones y los cíclopes
y el feroz Poseidón no podrán encontrarte
si tu no los llevas ya dentro, en tu alma,
si tu alma no los conjura ante ti.”

Expulsé de mi alma el odio, la tristeza, arrojé por la borda de mi barca la desesperación,  me acerqué a la alegría de la vida, eché mis redes en el mar de la vida para atrapar el amor y traté de ser valiente. No permití que entrara en mi corazón la maldad, la traición, aunque he sido traicionado varias veces en mi vida, me deshice de los vicios, al lado de la belleza no los necesitaba, evité así, conjurar ante mi el sufrimiento y me deslicé durante años bajo un dosel de luz y de conocimiento, devoré los escritos de mis favoritos y aun de los que nunca llegué a amar, de todos obtuve conocimiento y de todos, sí, de todos, sabiduría, esa esencia destilada de la vida que conseguimos gota a gota, con el paso de los años, una sabiduría siempre incompleta, siempre en constante crecimiento  que paradójicamente nos confiere seguridad pero también un poco de amargura, sólo un poco. 

Traté de ser bueno, pero no fui constante, me levanté de mil maneras diferentes, y caí de nuevo, pero por un exquisito milagro de Dios la bondad nunca me abandonó, siempre he sido, he tratado de ser bueno, sin embargo, a veces no me han dejado serlo, parece mentira, moros y cristianos me lo han impedido, pero nunca olvidé que viajaba a Ítaca, y ese pensamiento me salvo del mal. He sido malvado también sin quererlo, sin desearlo, malvado por omisión no por acción, creo que una maldad suave, si es que semejante cosa existe, creo que Dios me ha perdonado. He sido estúpido en ocasiones, muy estúpido, creo que es la condición humana que nos arrastra desde el principio de los siglos, con lazos atávicos que están amarrados en nuestro salvaje, oscuro pasado.

“ Debes rogar que el viaje sea largo,
que sean muchos los días de verano;
que te vean arribar con gozo, alegremente,
a puertos que tú antes ignorabas,
Que puedas detenerte en los mercados de Fenicia,
Y comprar unas bellas mercancías:
Madreperlas, coral, ébano y ámbar, y perfumes placenteros de mil clases”

Cuanto más me he ido adentrando en la belleza, en el conocimiento del arte, de la literatura y de la música, mis días de verano se han multiplicado, mis inviernos han sido benignos y mi alma siempre ha buscado con pasión, las primaveras y sus flores, sus amores y sus encantos. En el arte, la pintura, la música, la literatura, descubrí la parte más sensible de mi alma, en ellos me realizo, comparto con todos los genios de la historia, sus anhelos, sus alegrías, sus pasiones, comprendo el alma humana a través de la mirada acuciosa de los artistas y comprendo además que cada cabeza es un mundo, todos miramos la vida, el Universo, no como es, sino como somos. Es una forma de conocer a los demás de conocer el alma humana y sus misterios.

El arte me ha llevado a puertos importantes que ignoraba, he sufrido con los personajes desesperados de la literatura y he gozado los poemas de los grandes amantes; he amado con ellos, me he comprendido a mi mismo y he gozado alegremente, las infinitas circunstancias de mi existencia, he buceado en los paisajes infinitos de la pintura y he aspirado con fruición la belleza en los lienzos de mis amados artistas. No he comprado madreperlas, pero sí pedazos de fantasía, he aspirado el perfume de amores del color del coral, luminosos como el  ámbar y he compartido mi alegría con los que he amado profundamente, una alegría que comparto con pasión, sin dobleces, sin egoísmo, quizás en algunas ocasiones con ingenuidad, pero con una pasión siempre auténtica. Los perfumes de la vida los he aspirado en la piel y el cabello de mis amores, sumergido en las honduras del encanto mágico del amor puro.

“ Acude a muchas ciudades del Egipto
para aprender, y aprender de quienes saben.
Conserva siempre en tu alma la idea de Ítaca.
Más no hagas con prisas tu camino;
Mejor será que dure muchos años,
Y que llegues ya viejo, a la pequeña isla,
rico de cuanto habrás ganado en el camino.”

Viajé y sigo viajando, viajar es ensanchar el horizonte de nuestras vidas, de nuestro intelecto, conocer la variedad humana, sus múltiples costumbres, sus hábitos, la multiplicidad del pensamiento de mujeres y hombres, he viajado físicamente, también a través de escritos, he conocido historias que dejaron huella en la historia y en mi historia, me he sumergido en escenas gloriosas y en los mundos aterradores de la pintura y de las tragedias desde los griegos eternos, he escuchado músicas maravillosas que me han transportado a otros niveles de alegría y felicidad inalcanzables sin su ayuda. Lo he hecho sin prisas, como si dispusiera de toda la eternidad.

Ahora que soy viejo me doy cuenta que estaba equivocado, el fin es ineludible - hace poco estuve en la frontera de la vida-, cercano, no importa cuantos años sean, pero Ítaca me ha concedido un hermoso viaje, lleno de experiencias, de amores, de felicidad y alegrías, me ha hecho rico de espíritu, pleno de esperanzas y confiado siempre en que el camino será tan maravilloso o más que hasta ahora, me ha dado la ilusión de eterno y eso sólo Ítaca lo da, he confirmado mi fe en Dios,  Él ha sido extremadamente bondadoso conmigo, me ha dado más de lo que merezco.

“ No has de esperar que Ítaca te enriquezca:
Ítaca te ha concedido ya un hermoso viaje.
Sin ella, jamás hubieras partido;
Mas no tiene otra cosa que ofrecerte.
Y si la encuentras pobre, Ítaca no te ha engañado.
Y siendo a tan viejo, con tanta experiencia,
Sin duda sabrás ya, qué significan las Ítacas.

Ahora en esta provecta edad, miro hacia atrás y veo el camino recorrido, y veo que no compré nada, en realidad obtuve perlas, la vida me dio  oro, diamantes y zafiros, Dios me dio todo eso y más; creí que mi padre había vivido como príncipe, en realidad él vivió como emperador, yo, he vivido como príncipe; Dios me ha dado dos vidas, en las dos el viaje ha sido intenso, pleno, lleno de peripecias y experiencias, me llevó con paso seguro por los anchos caminos del mundo; jamás quise ser millonario, creo que ni siquiera rico, pero Dios y mis padres me dieron para vivir dignamente y hasta con ciertos lujos, he tenido apegos que me han atado peligrosamente a la desesperación pero he luchado hasta el límite con ellos, algunos los he vencido otros siguen en mi mente, demonios silenciosos que vagan buscando resquicios en mi voluntad y en mi fe, jamás los encontrarán. 

Ítaca no me engañó, sin ella en la mente, cuando tenía veintitantos años, jamás hubiera partido, jamás me hubiera acompañado el amor, mis amores, mis amigos, buenos amigos, buenas amigas, la amistad como lo he dicho en otras ocasiones ha sido la salsa espesa de mi vida, el amor la cereza que ha coronado el pastel. A veces Ítaca no ha sido un final, ha sido un acompañamiento y esas ocasiones han sido y son excitantes, enriquecedoras, y me han confortado en el largo camino de mi vida. Estoy agradecido, humildemente agradecido por todo, quiero ser cada día mas bueno y mejor, ayudar a los que me necesitan, Dios me ha dado un tiempo extra y sé por qué lo ha hecho. Hoy sí sé que significa Ítaca. No sé si exista un cielo después de esta vida, pero si es así, diré como dijo alguien, cuando llegue, que ya he estado en él.

FIN.

2 comentarios:

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  2. Ademas de inspirador,sabe bien combinar a grandes rasgos mucha de la esencia de cada una de nuestras vidas.Yo puedo verme en ese viaje,yo puedo sentirme con mucha fuerza.
    Un asombroso relato que se lee con tanto suspenso como con una enorme carga emocional e introspeccion.Me gusta.Me gusta mucho.

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