viernes, 1 de junio de 2012

San Salvador, 25 de mayo de 2012.

La complicada geometría de la vida.

Las noticias que tuve de Helena en su ausencia fueron muy confusas, que si se había ido del país, que si estaba en Guatemala, en la Antigua; en Florencia, en Italia en fin, nada seguro, pero siendo como es, un alma sensible, amante de la belleza, esos lugares son muy posibles; recibo sus correos y mensajes con cierta irregular frecuencia en los que jamás se asoma la mínima pista de su residencia, no he querido preguntarle dónde se encuentra porque sé que no obtendré ninguna respuesta. La complicada geometría de su vida ha sido para mi un teorema irresuelto. Nunca estuve seguro de sus sentimientos, ni de los míos con respecto a ella, pero de que había algo entre nosotros, lo había. 

Lo cierto es que es una mujer estupenda, inteligente, serena, guapa, no bella, pero con clase.  Escribo sobre ella porque ha sido siempre un enigma para mi y porque hoy he recibido uno de sus típicos mensajes y la he recordado con ternura.  

Las líneas de su pensamiento crean  estructuras mentales que jamás he podido resolver; los esquemas de su mente son muy complicados y encima de ello, junto a los míos, las complicaciones se vuelven infinitas, conversar con ella bajo esas circunstancias, aunque era fascinante y enriquecedor, me perturbaba y me agotaba, un cierto dolor se apoderaba de mi y una tristeza por ella me desgarraba el corazón, porque creía que nunca podría ser feliz.

Dije que había algo entre los dos, sí y no, tal vez pueda explicarme; después del amor lloraba con una furia contenida pero densa, profunda; se daba vuelta y en silencio, sollozaba sin quejas, sin sobresaltos, odiaba ese brutal e indigno ritual posesivo -eran sus exactas palabras- y en ese instante creo, me odiaba con toda su alma. Yo, por el contrario, pensaba y actuaba de la más tierna manera, algo sublime pasaba por mi mente cuando estaba con ella y después que su furia amainaba, se lo explicaba de forma natural y  sincera. Me escuchaba mirándome a los ojos desde sus profundas esmeraldas, veladas por un absoluto escepticismo. Era y no era una relación.

Siempre prefirió las caricias periféricas, el roce de mis manos sobre su rostro, en sus brazos y aún en sus senos, pero en este último caso enmudecía, cerraba los ojos y permanecía como si su mente estuviera fuera de este mundo, luego tomaba mi mano entre las suyas y me besaba las puntas de los dedos. ¿Sientes?, me preguntaba varias veces y nunca supe qué responder. Pero eso me hizo comprender, tiempo después,  que una sensibilidad exacerbada dominaba su cuerpo y su alma, comprendí lo del "brutal e indigno ritual", hay mujeres así, de extremas sensaciones y percepciones.

El mensaje que recibí este día reza así: "creo que al fin te he comprendido, el acto de amor es un acto de ternura, tú sabes cómo explicarlo, llego la próxima semana para que lo intentes de nuevo". La he recordado con profunda alegría, porque sé que ahora puede llegar a ser feliz, quizás no conmigo, pero por lo que fue, he escrito este pequeño recuerdo, en homenaje a nuestros desencuentros y al verdadero amor: tierno, sincero, profundo, total, creo que al fin las formas geométricas de su mente se superpusieron exactamente sobre las mías...como en el amor.

LSR.

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